jueves, 3 de diciembre de 2015

EXTRAMUROS. Antagonismos en la poesía de Enrique Verástegui. Edmundo de la Sota Diaz



Resumen:

Un día descubrí que la poesía era mi residencia; que allí, en sus interioridades, estaba la respuesta a mis búsquedas e interrogantes. En esa búsqueda, por conocer cada habitación luminosa, cada pasadizo revelador y abrir puertas y ventanas para dar paso a la melodía de las palabras, fue útil encontrarme con la Antología de la poesía peruana (1973) de Alberto Escobar. En esta antología leí por primera vez el nombre de Enrique Verástegui (Lima, 1950). Inicialmente me llamó la atención el lugar de su nacimiento: Cañete. Luego, averigüé – para mi asombro – que vivía en San Vicente de Cañete, el mismo maravilloso pueblo donde yo pasaba algunas temporadas. Desde entonces, he cultivado una reiterada lectura y devoción por la producción poética de Verástegui. Han transcurrido más de treinta años desde que Enrique Verástegui inició su aventura literaria y nuestro autor ha creado una de las propuestas poéticas más sólidas, audaces y renovadoras de la poesía peruana. Según la crítica, su obra es uno de los hitos de la poesía peruana en la segunda mitad del siglo XX. Esta certeza explica que desde un inicio la producción poética verasteguiana fuera reconocida, tanto por los críticos como por los lectores. Sin embargo, hasta el presente no se ha desarrollado un estudio riguroso que ilumine esta propuesta poética. Entonces, con el interés de paliar en algo esta carencia, me propongo iniciar un primer estudio que interprete con la mayor amplitud posible el primer poemario verasteguiano. La obra que hasta hoy ha publicado nuestro autor gira en torno a la experimentación continua, es decir, no se queda en una propuesta única y monotemática. Más bien se ha movido en la búsqueda de elaborar un discurso cada vez más cercano al Logos de la alta cultura occidental, donde el poeta hace gala de su gran erudición. Asimismo, esta poética verasteguiana superlativamente culturalista desarrolla un discurso donde los géneros clásicos se diluyen en una sola voz poética que busca expresar la melodía del conocimiento humano.


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