jueves, 2 de julio de 2015

DON TUNO. EL SEÑOR DE LOS CUERPOS ASTRALES. Eduardo Gonzáles Viaña. Derrama Magisterial




Pedro Escribano 

Eduardo González Viaña convoca la figura y magia de El Tuno, el chamán norteño que en vida se llamó Eduardo Calderón Palomino. Y no lo hace a través de una mesada, sino el conjuro es por intermedio del libro Don Tuno, el señor de los cuerpos astrales, que la Universidad Alas Peruanas presenta mañana en el auditorio de la Asamblea de Rectores. 

En el libro, que es en base a una vieja conversación con el chamán, el escritor anda y desanda lo que es el mundo de los embrujos y el poder de las huaringas. 

–¿Qué te animó a escribir un libro sobre Eduardo Calderón Palomino, El Tuno? 

–Unos treinta años de mi vida los he pasado fuera del Perú, pero todo el tiempo he estado apasionado por mi tierra. Escribir sobre El Tuno, un gran chamán peruano, expresa mi adhesión a la antigua cultura que se generó en nuestras tierras y mi creencia de que ella es la única capaz de levantarnos por encima de todas las dificultades y de dar consistencia a nuestros proyectos de felicidad colectiva. 

–¿En qué circunstancias lo conociste? ¿En un trabajito? 

–No. El Tuno no era un mago de feria ni sacaba conejos del sombrero. Me acerqué a él para escuchar de sus labios la utopía andina. Un chamán en nuestras tierras es un hombre que ejercita los antiguos saberes de medicina y de psicoterapia que heredamos de nuestros ancestros. Eso era el Tuno. Una suerte de líder comunitario. Era capaz de rescatar de la enfermedad a gente que no puede siquiera pagarse un médico ni una receta. Era un filántropo. 

En esa época, vivía yo en París y estudiaba en la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales. Fascinado por las clases de Nathan Wachtel, quería encontrar un hechicero o un sentencioso sacerdote mochica. Encontré a un norteño gordo, buen cocinero y feliz. Puse una grabadora frente a él, y no paramos de hablar durante seis meses. De allí sale laprimera edición de este libro. 

–El Tuno, ¿cuánto es verdad, es ficción y superstición? 

–Su nombre fue Eduardo Calderón Palomino. Tenía tanto de realidad y de ficción como las que tenemos todos. Había heredado y estudiaba permanentemente los conocimientos sobre antiguas medicinas. Además, en las sesiones nocturnas llamadas “mesas” ejercía una suerte de psicoterapia que hacía entrar a los pacientes en trance y liberarse de sus cargas, lo cual es la primera forma de curarse. El Tuno era una fuerza de la tierra como lo quesomos cada uno de nosotros cuando queremos serlo. 

–Tu libro es una larga conversación. ¿No hiciste novela porque El Tuno va más con la antropología? 

–La verdad es que es todo eso, una historia de vida, una novela, un libro de brujería. Y es algo más. Es escuchar cómo un hombre cuenta su vida, y en su vida refleja la de todos los otros, la tuya, la de aquél, la mía. No sé cómo llamar a mi libro, pero la verdad es que no me importa. Me basta con saber que quien lo lee y quien lo lea, siente y sentirá que algo en él ha cambiado para siempre. 

–Tu novela Sarita Colonia viene volando recogía la fe religiosa popular. ¿El Tuno es otra fe no religiosa? ¿O sí? 

–Tanto Sarita Colonia como Don Tuno son una forma coherente de mi mensaje al Perú. Hay que inspirarse en la vieja sabiduría. Hay que escuchar a los que hablan sin ser oídos. Hay que devolver la voz a quienes no la tienen. En esos libros y en todo lo que he escrito,expreso una forma de ver la vida y de sentirla con ojos y corazón de peruano. 

–Los devotos de Sarita dicen que ella les hizo un milagro. ¿Los clientes de El Tuno qué dirán? 

–No me ampararé en lo que dicen los devotos. Lo digo yo. La existencia de seres tan prodigiosos en la vida social y en el imaginario popular es un verdadero milagro. Significa que la vieja cultura andina ha resistido a la colonización, y se levanta ahora por encima de los medios globalizados, como la única forma de hacernos felices. 


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