lunes, 16 de diciembre de 2013

ENSAYOS (1885-1916). Manuel Gonzáles Prada. Editorial Universitaria Ricardo Palma.



MANUEL GONZÁLEZ PRADA: ESCRITOR DE DOS MUNDOS Ricardo Silva-Santisteban Ubillús Academia Peruana de la Lengua

B. APL, 43. 2007 (125-135)
MANUEL GONZÁLEZ PRADA:
ESCRITOR DE DOS MUNDOS

Ricardo Silva-Santisteban Ubillús
Academia Peruana de la Lengua
Manuel González Prada nació en Lima en 1844, ciudad en la que también murió en 1918. Su obra es renovadora de nuestra literatura tanto en verso como en prosa. González Prada fue un excelente poeta y el verdadero puente que unió lo antiguo y lo moderno. Como poeta es un autor capital de nuestras letras porque puede considerárselo como el verdadero iniciador del modernismo latinoamericano, pero, por desgracia, su obra poética fue de tardía publicación en forma de libros, y muchos de ellos, además, en forma póstuma. Sus poemas, entre 1870 y 1900, solo vieron la luz escasamente en publicaciones periódicas de circulación local si exceptuamos el de las antologías de circulación continental. De todas formas puede verse su evolución desde sus Baladas (al que pertenece Baladas peruanas) que constituyen un intento de adaptar al castellano, mediante el uso de temas vernáculos y europeos, las Balladen alemanas, poesía que divulgó en magníficas traducciones y que tanta importancia tuvo en su formación literaria. El tono decididamente romántico de Minúsculas (1901), poemas de alquitarada forma, y los ensayos métricos y temáticos de Exóticas (1911) nos liberan definitivamente de lapetrificada versificación española tradicional. González Prada, además, adaptó diversas formas estróficas ya fueran francesas, italianas, inglesas y alemanas, con la solvencia que le daban sus amplios conocimientos de estas lenguas. Sus estudios métricos escritos para su uso personal pueden leerse en su interesante Ortometría (1977). Otra faceta de González Prada como poeta es la del satírico en libros todos ellos de publicación póstuma, con excepción de Presbiterianas (1909) que apareció en forma anónima. En el libro que escribía al momento de su muerte, Trozos de vida (1933), intenta la expresión de una poesía metafísica de un ateo que se sabe cercano al retorno a la madre naturaleza. Mejor poeta cuando descubre su subjetividad, quizá le falté trascendencia en sus grandes cuadros descriptivos cuando la forma no llena el vacío de la necesidad interior del poema.
González Prada, sin embargo, más que como poeta es conocido por sus magistrales ensayos de verbo encendido, preciso y rotundo de sus dos libros en prosa fundamentales: Pájinas libres (1894) y Horas de lucha (1908), a los que deben agregarse varios libros póstumos en los que se recoge su labor periodística y trabajos de índole varia: Bajo el oprobio (1933), Anarquía (1936), Nuevas páginas libres (1937), Figuras y figurones (1938), Propaganda y ataque (1938), Prosa menuda (1941) y El tonel de Diógenes (1945). Al hablarse del González Prada ensayista es imposible separar al hombre. Proveniente de una familia aristocrática y religiosa, González Prada se caracteriza por un implacable enjuiciamiento a la oligarquía peruana y una extrema posición anticlerical. Sustentado en ideas positivistas, propenderá hacia la instauración de un pensamiento científico que lo lleva a la comprensión de que los humanos solo poseen el breve lapso de su paso sobre la tierra. Es necesario, pues, lograr la justicia social aquí y ahora: «No pedimos la existencia; pero con el hecho de vivir, aceptamos la vida. Asceptémosla, pues, sin monopolizarla ni quererla eternizar en nuestro beneficio exclusivo: nosotros reímos i nos amamos sobre la tumba de nuestros padres; nuestros hijos reirán i se amarán sobre la nuestra», afirma bellamente en uno de sus ensayos mejores: «La muerte y la vida».
Las ideas políticas de González Prada hunden sus raíces en el pensamiento anarquista que, bien visto, es el modelo más puro e ideal al que puede aspirar un pensador. Pero González Prada no nos habla de una sociedad utópica, por el contrario, con los pies puestos en tierra, enjuicia y recusa todas nuestras instituciones. La ruptura con el pasado servil y corrupto, contra la improvisación y la cobardía son las banderas que flamean en los períodos de su espléndida prosa y que pueden resumirse en su frase lapidaria de que el Perú es «un organismo enfermo, donde se aplica el dedo brota la pus». Esta lucha contra todo y contra todos «en una sociedad asentada en el privilegio y en la explotación del desgraciado y del indio», según afirma Antenor Orrego al comentar la obra de González Prada, lo convierten en un verdadero Maestro moral y espiritual de la nacionalidad pero también en una figura solitaria que representa, como bien dice José Carlos Mariátegui, «el primer instante lúcido de la conciencia del Perú».
La obra en prosa de González Prada está constituida por breves ensayos que le permiten tratar temas diversos que ora pueden ser discursos, como el dedicado a pedir la revancha contra Chile («Discurso en el Politeama») o el que anuncia la revolución de los desposeídos («El intelectual y el obrero»), ora pueden ser estudios históricos («La Revolución Francesa») o literarios («Victor Hugo», «Renan»), ora breves semblanzas de peruanos ejemplares («Grau», «Vigil»), ora ácidos ataques a personajes e instituciones (toda la segunda parte de Horas de lucha), como pueden ser también profundas meditaciones sobre el lenguaje («Notas acerca del idioma») o sobre el destino del hombre («La muerte i la vida»). Así como González Prada experimentó con el ritmo y con la métrica en sus poemas, en sus ensayos, obra toda ella de madurez, lleva estos experimentos a la práctica en una lección magistral en que obtiene una nueva prosa moderna y eficaz para la expansión de sus ideas. La prosa de González-Prada le sirve en forma admirable para los usos expresivos que quiere darle porque, gracias a su concisión, raras veces se despeña en lo retórico y, por otra parte, su ritmo busca la naturalidad y la musicalidad de las frases.
El mayor elogio que puede hacerse de la figura única y ejemplar de González Prada es que el hombre y la obra se proyectan y alcanzan el futuro, tanto en lo ideológico (José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la Torre) como en lo literario (José María Eguren, Abraham Valdelomar y César Vallejo). Este carácter seminal engrandece más al hombre y a la obra y hace necesario un estudio (que no existe a la fecha) integral y desapasionado de su contribución a la literatura peruana. Por lo que vengo diciendo, puede deducirse que para mí todo libro de o sobre Manuel González Prada es bien recibido porque considero a este escritor una parte importante de nuestro mejor legado literario.
Una de las características de la producción literaria de Manuel González Prada es que tenía, como meta de sus aspiraciones, la perfección formal, y ésta aparece con todo su esplendor en los cuatro libros que publicó en vida con su nombre Pájinas libres y Horas de lucha, en prosa, y Minúsculas y Exóticas, en verso. Pero, como gran parte de sus coetáneos, muchos de los escritos en prosa de González Prada se escribieron para aparecer tan solo en efímeras publicaciones periódicas, destinados, diríamos, a los sucesos urgentes no a los hechos o temas importantes que tomaron su lugar en sus libros principales, Pájinas libres y Horas de lucha. Sin embargo, muchos de estos escritos combativos, satíricos, informativos, etc. merecían conservarse. Por tal motivo, luego de quince años de su muerte, esta abundante labor periodística comenzó a ser publicada en forma solvente y cuidadosa en libros editados por su hijo Alfredo. Todos ellos, sin embargo, aparecieron publicados en el extranjero, en Francia, Argentina y Chile.
Tras la muerte de Alfredo González Prada, Luis Alberto Sánchez tomaría la posta de la antorcha de la difusión de las obras del Maestro. Nadie mejor que él como autor de la biografía más importante de González Prada, de 1930, titulada Don Manuel, y como prologuista de Baladas peruanas, de 1935. En 1946, durante una de las breves primaveras democráticas en el Perú del siglo XX, Sánchez emprendió la publicación de las Obras completas de Manuel González Prada, pero éstas solo llegarían al cuarto tomo pues, en 1948, Sánchez fue desterrado nuevamente, luego de esos consabidos golpes militares que han manchado tantas veces, en forma nefasta, la historia de nuestra República.
En la década del 70 se sumaron nuevos aportes. Aparecieron, en primer lugar, dos libros muy interesantes de Manuel González Prada que habían permanecido hasta entonces inéditos en manuscrito: Ortometría (1977) y Cantos del otro siglo (1979), cuyas transcripciones deben agradecerse a la doctora Marlene Polo. Por su parte, Elsa Villanueva de Puccinelli publicó un volumen titulado Poemas desconocidos recopilado de revistas del siglo XIX, que me tocó editar en 1973 en compañía del recordado poeta Armando Rojas. Ese mismo año Luis Alberto Sánchez publicó un importante volumen de Letrillas inéditas.
Finalmente, durante la época en que Luis Alberto Sánchez fue Vicepresidente de la República entre 1985 y 1990, se dio tiempo de editar las esperadas Obras completas de Manuel González Prada en siete tomos en las Ediciones Copé que auspicia Petróleos del Perú.
En la actualidad, el siglo que quizá menos frecuentan los estudiosos de nuestra literatura, es el XIX. Con excepción de Ricardo Palma, las investigaciones escasean. Con toda seguridad, esto se debe, aparte de nuestra consabida desidia, a la carencia de nuevas ediciones de las obras de sus poetas y prosistas. Ni siquiera existen antologías que sirvan, aunque sea parcialmente, de paliativo para acercarse a las obras de los escritores del siglo XIX.
En el Perú tenemos, sin embargo, la suerte que una profesora francesa dedique todos sus esfuerzos a estudiar nuestra literatura del siglo XIX: me refiero a Isabelle Tauzin Castellanos. A ella le debemos aportes fundamentales como su excelente libro Las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. Claves de una coherencia, publicado en 1999 por la Universidad Ricardo Palma. Otros estudios suyos más antiguos y más recientes amplían esta labor que, por el momento, se encuentra dispersa en publicaciones periódicas. Entre su contribuciones bibliográficas destacan: «La narrativa femenina en el Perú antes de la guerra del Pacífico» (1995), «El teatro en Lima entre 1883-1889» (1998), «La vida literaria limeña y el papel de Manuel González Prada entre 1885 y 1889» (1998) y «Entre literatura y compromiso: Los amigos de Elena de Fernando Casós (1874)» (2001), para solo mencionar algunos importantes estudios que deberán tomar su lugar, seguramente, en lo futuro, en algún libro que los recopile y los ordene. Su libro sobre Ricardo Palma le valió ser nombrada miembro de número del Instituto Ricardo Palma que auspicia la Universidad del mismo nombre. Pero, como buena peruanista, Isabelle ha incursionado también, apenas el año pasado, en nuestras letras del siglo XX, con un libro ejemplar con título en castellano pero escrito en francés Lectura de ‘Los ríos profundos’ de José María Arguedas. Tengo entendido, sin embargo, que ya se encuentra lista la versión castellana. Ojalá podamos leerlo dentro de poco en nuestra lengua porque se trata de un libro lúcido y de una brillante claridad expositiva.
Nos consta, por otra parte, que Isabelle terminó hace algunos años una extensa selección de la obra de Manuel González Prada para las prestigiosas ediciones de Archivos, que auspicia la UNESCO en París, dedicadas a los grandes clásicos americanos. Isabelle, para la preparación de su edición de Manuel González Prada, ha revisado publicaciones periódicas antiguas, ubicado los textos de las primeras versiones escritas, buscado textos desconocidos, rastreado artículos firmados con seudónimo y consultado el archivo sobre Manuel González Prada que conserva nuestra Biblioteca Nacional en el fondo donado por Luis Alberto Sánchez. Además, la dedicación de Isabelle a la obra de Manuel González Prada ha ido más allá del simple estudio. Antes de hacerlo ha tenido que fijar los textos de González Prada rozando, muchas veces, el acto mismo de su creación, y ha alcanzado, de esta forma, la perspectiva más profunda que puede lograr un crítico literario que realiza tal tipo de trabajo. Nos encontramos en un momento que, como bien afirma Isabelle, debe emprenderse la labor científica en la edición de los textos del Maestro.
Pero solo una breve parte del vasto trabajo emprendido por Isabelle Tauzin sobre Manuel González Prada se ha editado; en primer lugar, los Textos inéditos de Manuel González Prada (2001) que con tanto acierto editó el Fondo Editorial de la Biblioteca Nacional del Perú. Libro por demás interesante, porque rescata una faceta poco conocida o poco divulgada de Manuel González Prada, la del narrador pero al que se añaden también textos de otra ya conocida: la del satírico que se burla de los políticos peruanos. Es sabido que nuestra zoología política ha sido, y sigue siendo, opulenta en especímenes del más vario pelaje. En ella, con frecuencia, se hundiría inmisericorde el fino escalpelo de la sátira de Don Manuel. Luego, debe mencionarse su edición completa de Baladas por la Pontificia Universidad Católica del Perú el 2004, en que, por vez primera, se editó este libro de acuerdo a los designios de su autor.
Pues bien, a todos sus trabajos anteriores sobre Manuel González Prada y a su esperada edición de sus obras en la Colección Archivos, ahora se suma la recopilación de las Actas del Coloquio Internacional que con el título de Manuel González Prada: escritor de dos mundos aparece bajo los auspicios de cuatro editores: la Embajada de Francia, el Instituto Francés de Estudios Andinos, las Presses Universitaires de Bordeaux y la Biblioteca Nacional del Perú.
Este es un libro que debe destacarse porque en el Coloquio, desarrollado de manera ejemplar, sobre la obra de Manuel González Prada realizado en Burdeos en enero del año pasado, se reunieron muchos de los estudiosos más renombrados especialistas en la obra del escritor peruano. Por otra parte, hasta donde se me alcanza, es el primer coloquio internacional sobre Manuel González Prada que se haya realizado en una Universidad extranjera.
La gran calidad de la prosa y del verso de Manuel González Prada lo ameritaba pero en este libro no solo se estudia a nuestro autor como literato sino también como un pensador de su tiempo, un ideólogo avanzado en nuestra patria, algunas de sus fuentes y las actitudes culturales de su entorno: es decir, un verdadero prisma en donde su figura se engrandece con el paso de los años. Las Actas del Coloquio, además de las dedicadas a la presentación y al epílogo se divide en tres partes: El viaje a Francia, El Ideario Pradiano y El hombre de letras, y en ella puede observarse que la dedicada a la parte
ideológica duplica a la dedicada al hombre de letras y la dedicada al viaje a Francia es más o menos un tercio de esta última.
Me ocuparé únicamente de esta última comentando brevemente cada una de ellas. Los cuatro trabajos iniciales se encuentran dedicados a su poesía.
El primero de ellos es un trabajo de Karim Benmiloud, joven profesor de la Universidad Michel de Montaigne en Burdeos, que estudia el libro segundo de las Baladas de Manuel González Prada, es decir el libro de poemas más importante de la literatura peruana del siglo XIX. Esta sección del libro se encuentra dedicada a las baladas de tema extranjero. Se caracteriza, como bien dice Karim Benmiloud: «por un notable ensanchamiento del horizonte poético hacia otros espacios culturales: Francia, España, Italia, Grecia, pero también Polonia, Rusia, Japón y los reinos escandinavos o la legendaria isla de Tule».
Su mayor aporte consiste en tratarse de un estudio original que da cuenta de la forma de composición bifurcadas en esta sección de las Baladas en los dos grandes temas desarrollados por Manuel González Prada: lo trágico y lo satírico.
El joven profesor sanmarquino Camilo Fernández Cózman, siempre con su sagaz penetración, estudia la poesía de Manuel González Prada, tomando los extremos, que luego entrelaza, de la teoría y de la praxis.
Gran parte del encanto de la poesía de Manuel González Prada está aposentada en un profundo conocimiento de las técnicas y recursos del oficio que culminan en la utilización del elemento del ritmo, el único quizás imprescindible en cualquier tipo de poema de cualquier época. Ya se sabe que sin el ritmo el poema simplemente no existe.
Sobre la preciosa, aunque inconclusa, Ortometría de Manuel González Prada, Camilo Fernández comenta no solo la precisa noción del ritmo que propugnaba sino que también la contrasta con las de dos de los teóricos del simbolismo de la época y el estudio del rondel, una de sus formas preferidas. De manera muy didáctica, Camilo Fernández pasa luego al comentario de un rondel y de una espenserina de Mi inúsculas, libro que lo convertiría en un poeta inevitable de nuestras letras.
En la siguiente contribución, «Manuel González Prada y Paul Verlaine», intento desmitificar el encuentro personal de ambos poetas que corre por allí en algunos libros, para centrarme luego en la adaptación de uno de los poemas más hermosos y musicales de Paul Verlaine: «Coloquio sentimental». En esta adaptación, Manuel González Prada convirtió en parnasiano el sugerente poema simbolista de Verlaine al adaptarlo a su propia poética.
Américo Ferrari contribuye con una pequeña joya titulada «Humor, mal humor, sátira y poesía burlesca en la obra de Manuel González Prada» que trata sobre su poesía satírica, la mayor parte de ella de publicación póstuma.
Como bien dice Matthew Hodgart «Contemplar el mundo con una mezcla de risa no es lo más noble ni lo que produce mayor número de obras de arte excelsas». Es verdad, pero la sátira tiene su lugar bien ganado en las distintas tradiciones del mundo y grandes poetas la han ejercido: Arquíloco, Semónides, Catulo, Horacio, Villon, Quevedo, etc. El gran tema de la sátira es la burla y el escarnio de la pequeñez, la ridiculez de ese pequeño e inflado ser llamado hombre.
Aunque según Américo Ferrari la sátira de González Prada se encuentra teñida de mal humor, debo decir en defensa de Don Manuel que a mí, que me disgusta el género, encuentro muchos de sus poemas satíricos francamente graciosos y, sobre todo, muy ingeniosos.
La joven profesora Cecilia Moreano de la Pontificia Universidad Católica del Perú estudia en el siguiente trabajo la influencia de Ricardo Palma y Manuel González Prada en la escritora Clorinda Matto de Turner.
En primer lugar trata su acercamiento a Palma como seguidora del gran tradicionista con sus propias Tradiciones cuzqueñas para pasar luego a la de Don Manuel que la conduce hacia el género mayor de la novela y que se coronaría con la escritura de Aves sin nido, Índole y Herencia.
En este estudio se ofrecen en forma minuciosa los acercamientos de Clorinda Matto de Turner a ambos escritores mediante citas informativas de los periódicos y revistas de la época que enriquecen más el trabajo por su gran apoyo documental.
El trabajo «La estatua de blancura marmórea: Manuel González Prada y el cuento modernista», es un interesante estudio del joven profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú Ricardo Sumalavia de uno de los aspectos menos estudiados de Don Manuel: la del narrador.
Ya sabemos que esta faceta suya la ejerció en forma muy discreta y solo esporádicamente. Por lo demás, su aparición tardía en una colección miscelánea como lo es el libro El tonel de Diógenes, publicado por Luis Alberto Sánchez en 1945, apenas se apuntaba con tres relatos. Hubo que esperar la edición de Isabelle Tauzin de los Textos inéditos de Manuel González Prada del 2001 para contar con nuevos relatos de Don Manuel.
Ricardo Sumalavia establece, en primer lugar, las características del cuento modernista hispanoamericano de acuerdo a los estudios de Iván Schulman y José Miguel Oviedo y luego escoge para comentar tres ejemplos de los cuentos de Manuel González Prada de las colecciones citadas para estudiar el acercamiento compositivo de estos cuentos con la poética del cuento modernista hispanoamericano.
El estudio de Isabelle Tauzin «Crítica genética de ‘Notas acerca del
idioma’ y un apéndice sobre ‘Nuestros ventrales’», cierra el conjunto dedicado a la obra literaria de Manuel González Prada.
Sabemos cuánto ha progresado la teoría y la labor filológica durante el siglo XX con ediciones lo más fieles posibles a los designios de los grandes creadores de todos los tiempos. Nuevos principios basados sobre todo en la fidelidad de las obras y nuevos recursos técnicos y científicos para el establecimiento de los textos y las fuentes originales han cambiado muchas veces radicalmente la presentación de los textos clásicos y de la literatura moderna.
En el caso de Manuel González Prada la tarea se agiganta por la
continua evolución de sus textos a través de impresiones, correcciones,
adiciones, cambios, nuevas versiones, etc.
Toda la inmensa labor desarrollada por Isabelle Tauzin para su edición en la Colección Archivos a lo largo de muchos años, aparece mostrada en esta colaboración al Coloquio con dos breves ejemplos de un texto de Pajinas libres y otro de Horas de lucha.
En realidad es un aperitivo que anuncia el gran banquete que
constituirá su futura edición de las obras de Manuel González Prada.
La figura de Manuel González Prada, en una sociedad como la peruana, generalmente frívola y superficial, es aceptada a veces a regañadientes porque ni a los hombres, ni a las instituciones, ni a los gremios les gusta que les señalen sus defectos. Por otra parte, su pensamiento radical goza de la poca simpatía de intelectuales conservadores que han dezplazadosu importancia en manuales y antologías. Don Manuel siempre me ha parecidouna figura extraña y casi extranjera entre sus coétaneos. No estamosacostumbrados en el Perú a la figura de un tribuno que señale nuestrosdefectos; aquí se prefiere al zalamero que practica la facilidad del halago.Existen, por eso, quienes no le perdonan que hace más de un siglo nosenrostrara nuestros defectos y con esa irremplazable frase lapidaria: «el Perúes un organismo enfermo, donde se aplica el dedo brota la pus» condensóuno de los ejemplos más característicos y persistentes de la nacionalidad: lacorrupción. Esta frase para los que nos ha tocado vivir tan de cerca lasconsecuencias de ella, suena tan fresca y tan actual que podría haber sido eltitular de un periódico reciente. Con ese modo simple que a veces tenemoslos peruanos de ver las cosas, se prefiere echar la culpa al acusador de nuestrospropios defectos y a nuestra incapacidad e imposibilidad de corregirnos. Seprefiere, por eso, al satírico que, aun cuando habla en serio, prefiere enmascararcon la risa o la carcajada su atrevimiento de bufón. Las verdades expresadasen forma directa por lo general le duelen mucho a quien las recibe sobre todosi es peruano. Si muchas veces Manuel González Prada puede ser una figuradiscutible, nunca lo fue por su falta de estudio, de meditación o de genuinahonestidad. El día en que seamos capaces de corregir los defectos que ManuelGonzález Prada señaló sobre nuestras frentes, quizá tengamos posibilidadesde sobrevivir.
La labor desinteresada y académicamente ejemplar de una peruanista notable como Isabelle Tauzin Castellanos nos lo recuerda con la publicación de este nuevo e imprescindible libro dedicado a la figura eminente de Manuel González Prada plena de tan ilustres colaboradores y desde ahora volumen indispensable para el conocimiento y la lectura de este gran clásico peruano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario