LAS ARENGAS OCULTAS EN LOS POEMAS DE CÉSAR CALVO
César Calvo bordeaba los cincuenta años cuando ingresó al Taller de Poesía de
Sería la nostalgia o la felicidad que genera el retorno, que decidió confesarle a Pérez y a Alejandro Tamashiro, quien estaba presente en aquel improvisado momento de recuerdos, las arengas ocultas en un grupo de poemas dedicados a un hombre que conoció en la selva y cuya historia prometió jamás reseñar.
Se llamaba Volcek Kalsaretz, se enteró de su muerte a través de los periódicos y decidió que rompería la promesa. Fue un suicidio, reseñaba la prensa. El hombre que se mató por sus recuerdos del Holocausto. Un veinteañero Calvo incluyó en los poemas dedicados al amigo suicida un discreto homenaje a Javier Heraud, Luis de la Puente y Edgardo Tello y a todos los que, como él, conformaron el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Un año más tarde, con “El cetro de los jóvenes”, Calvo los recordaría por escrito, explícitamente.
Ocho poemas componían “El último poema de Volcek Kalsaretz”, publicado en 1965, cuando la violenta muerte de Javier Heraud aún parecía reciente, una historia mal contada donde el protagonista es de los héroes que nunca mueren, porque muchas vidas están ligadas a él, y reconocer su fin es sabernos algo extintos.
En el poema “Palabras para un ciego”, si leemos la primera letra de cada línea hallaremos la famosa arenga “Patria o muerte, venceremos”, en el poema “Viejo tiempo nacido bajo el cielo”, empleando la misma técnica, leeremos la arenga “vivan las guerrillas victoriosas”, en “A la orilla del Drawa, alguna vez”, podemos distinguir “Ejército de Liberación Nacional”, del cual, en aquel tiempo, el vate era miembro.
Su vida se vio marcada por muertes jóvenes que eternizaron su tristeza y anclaron su vida a los recuerdos veinteañeros, cuando siendo un muchacho ingresó -con terno y camisa- a un aula sanmarquina y descubrió que sí se podía vivir en verso. Pero cuánto dolía.
MILAGROS OLIVERA
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