lunes, 24 de noviembre de 2014
UNA VIDA AGONICA. Víctor Raúl Haya de la Torre. Eugenio Chang-Rodríguez. Fondo Editorial del Congreso de la República
PUBLICAN “UNA VIDA AGÓNICA. VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE”
enbuscadelaverdad, jueves 03 mayo de 2007
Contribución de enbuscadelaverdad
Contribución de enbuscadelaverdad
La biografía de Víctor Raúl Haya de la Torre sirve de eje a Eugenio Chang-Rodríguez para desarrollar la historia del aprismo e indagar sus bases doctrinarias en Una vida agónica, última publicación del Fondo Editorial del Congreso. El libro cuenta con la colaboración de Alberto Vera La Rosa y Tito Agüero, responsables de la tercera parte. Ellos presentan una magnífica semblanza fotográfica del fundador del Apra y aportan textos que evocan y amplían el contenido de las imágenes.
El aprismo se forja en el marco de la expansión capitalista norteamericana de principios del siglo XX que se manifiesta, dentro del Perú, por una contundente presencia en la actividad agrícola y la explotación minera. A fin de determinar los fundamentos del poder económico extranjero en suelo nacional, Chang-Rodríguez lleva su análisis hasta los albores de la República. En páginas muy lúcidas Chang-Rodríguez explica que la alianza se sostenía sobre un régimen político-jurídico en que el pillaje y la exacción constituían factores estructurales.
Es este esquema de gobierno el que el Apra se propone desmantelar con las nociones de frente único multiclasista y Congreso Económico Nacional planteadas por Haya entre 1925 y 1930, dentro de la etapa auroral del movimiento. La respuesta del Estado oligárquico, como se sabe, será la proscripción y la persecución del líder. El exilio se convertirá en un estilo de vida para Haya. En Una vida agónica, Chang-Rodríguez plantea el peregrinar de Haya de la Torre también como una ruta de perfeccionamiento ideológico.
lunes, 17 de noviembre de 2014
HACIA LA TERCERA MITAD. Perú XVI-XX. Hugo Neira. Tercera edición
Por Javier Ágreda.
Foto: Christian Salazar.
Foto: Christian Salazar.
Hugo Neira, historiador y sociólogo de profesión, asumió en los 90 la que parece ser una tarea ineludible para los ensayistas peruanos: hacer una amplia reflexión acerca de la problemática historia de nuestra patria. El resultado fue Hacia la tercera mitad, Perú XVI-XX . Ensayos de relectura herética (1996), un libro de casi 800 páginas que continuaba la tradición de los Siete ensayos o Perú: problema y posibilidad pero que, dada la formación académica europea de su autor, ponía un mayor énfasis en el contexto internacional –político, económico e intelectual– de nuestro proceso histórico. Convertido ya en un referente del ensayo en el Perú, el libro ha sido reeditado y está nuevamente en circulación.
Discípulo de Porras en el Perú y de Lucien Goldman y Claude Levi-Strauss (entre otros) enFrancia, Neira establece que sus reflexiones parten de ‘La crisis de los paradigmas’ (sección final del libro), el discutido fin de la historia y el debate sobre la posmodernidad, dominante en el pasado decenio. De los 12 ensayos aquí reunidos, los más importantes son aquellos que analizan, desde esta perspectiva, las diversas etapas de nuestra historia: “El XVI: Fundación y destrucción; “La era virreinal”, “La independencia o la ilustración a sablazos”. Pero también hay ensayos más próximos al estudio cultural, dedicados a analizar nuestras ‘señas de identidad’: la obsesión palaciega, lo criollo, la huachafería, el vals peruano.
El caudillismo
A pesar de esas diferencias, hay algunas constantes a lo largo del libro, como la figura del caudillo. Neira le dedica uno de los capítulos centrales –“Caudillismo. Los señores del desorden”– en el que los define como “el efecto perverso de la emancipación, el invitado que nadie esperaba”. En otros ensayos reconoce que muchos personajes también se han valido del “autoritarismo carismático” que caracterizó a esos caudillos: desde el conquistador Lope de Aguirre hasta Alberto Fujimori.
Neira considera, sin embargo, que no es el caudillismo la peor amenaza para los peruanossino las “religiones políticas” y su encarnación en “La inteligencia mesiánica” (título de otro de los ensayos), aquellos intelectuales que no dudaron en dejar su rol de conciencia crítica para pasar a la acción política, algo poco frecuente en Europa. La lista abarca personalidades tan disímiles como González Prada, Mariátegui, Haya de la Torre, Mario Vargas Llosa. Y hasta al propio Neira, quien formó parte –en su condición de directivo de Sinamos– del grupo de intelectuales al que se refiere en “Velasquismo. Cuando los generales y los intelectuales se encuentran”.
El prosista
En el Perú, los mejores ensayistas han sido también grandes prosistas; es decir, pensadores y a la vez talentosos escritores. No es el caso de Neira, quien escribe con soltura pero muchas veces sin la precisión ni contundencia que merecerían sus interesantes propuestas. No obstante, la lectura de Hacia la tercera mitad resulta una aventura aconsejable en la que no faltan los pasajes controversiales: ‘el vals peruano es melancólico porque es lúcido’ (p. 463), “como negarlo... los senderistas son los verdaderos mariateguistas’ (p. 361). Ni los episodios polémicos, como el balance más bien positivo del desastroso gobierno de Alan García.
EL PEZ DE ORO. Gamaliel Churata
Por Brenda Acevedo
Introducción
La literatura ha sido siempre un espacio de comunión entre dos sujetos: el autor y el lector. Cada uno de ellos da de sí mismo numerosos factores que ayudan en la interpretación del discurso y en la visión que tenemos de una obra al interior del espacio social en la que se halla inscrita. El pez de oro, por ejemplo, fue una novela que apareció en 1957 en Bolivia, pero de la que poco supimos sino hasta los años 90, cuando un estudiante de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos dedicó su tesis a desenmarañar los recovecos discursivos de este inusual libro. Y es que una novela publicada en Bolivia y reeditada en Puno 30 años después tenía que naufragar en la desatención y el olvido de la crítica literaria.
En el presente ensayo buscamos realizar un acercamiento a la recepción crítica del único libro publicado por Arturo Peralta Miranda (más conocido por su profético seudónimo de Gamaliel Churata), El pez de oro, con el objetivo de indagar el proceso por el cual dicha novela ha ido insertándose en el canon académico durante las últimas décadas. Indagaremos los motivos por los cuales ha sido vencido el centralismo limeño, generándose un espacio de investigación que busca rescatar obras antes marginadas por las voces intelectuales hegemónicas.
Iniciaremos con un breve estudio de los principales aspectos, a nivel formal, estructural y temático, que han hecho de esta obra una novela calificada como “hermética”, no comprendida por la crítica tradicionalista. Posteriormente, ahondaremos en las distintas etapas de la recepción crítica, poniendo énfasis en fijar el tránsito por el cual esta obra ha ido introduciéndose en el ámbito académico limeño.
A raíz de las numerosas publicaciones en torno a El pez de oro surgidas recientemente, se hace necesaria una revisión de la recepción de esta novela desde su escritura hasta el presente. Dicha revisión puede iluminar algunos aspectos fundamentales de la obra ya que una novela es, en gran medida, el resultado de las sucesivas lecturas que hacemos de ella.
1. El pez de oro: ¿Un texto hermético o una literatura otra?
El pez de oro se publica por primera vez en Bolivia en 1957(2); asimismo, su segunda edición es peruana (Puno: Editorial CORPUNO) y data de 1987. La existencia de estas dos únicas ediciones podría responder a varios factores: la ignorancia de la crítica, el escaso desarrollo editorial peruano o, la más importante, la complejidad excesiva del texto.
No estamos ante un libro de fácil lectura, pues al factor escritural de vanguardia se aúna una visión de mundo particular: la utopía del hibridismo. Es un texto que está doblemente codificado; Thomas Bosshard, al respecto, menciona: “se trataría de un texto doblemente provocador, operando no solamente con un código vanguardista formal, sino que remite al mismo tiempo a un código cultural que se basa en la cosmovisión indígena” (2007: p. 535). Esta doble codificación ha hecho que este libro sea calificado por la crítica como un texto incomprensible. A continuación, enumeramos las características que hacen de este discurso una voz diferente, atípica e incomprendida al interior de la vanguardia:
- Posee una lengua híbrida conformada por vocablos castellanos, aymaras, quechuas y latinos.
- Mezcla diferentes géneros, como el ensayo, la poesía, el drama y la novela, entre otros.
- Su escritura es la expresión de corrientes contrapuestas (Indigenismo, Surrealismo, Expresionismo).
- Más que un discurso comunicativo, es un conjunto de imágenes estéticas basadas en la cultura indígena, por lo que resulta casi imposible establecer una relación entre la expresión y el contenido.
- No posee un argumento explícito, es sólo la mitología andina la que crea un nexo entre los capítulos.
Gamaliel Churata fue un intelectual que buscó no sólo la ruptura con la literatura precedente por medio de mecanismos estéticos; él fue más allá: exploró los límites de la palabra en busca de una literatura propia y enmarcada en sus raíces culturales. Así, postuló la existencia de una nueva lengua americana, que sería la base para la nueva literatura del continente(3). Dicha lengua tendría que contener todos los idiomas usados por el sujeto indígena: el español, el aymara y el quechua (el latín sería sólo usado para un interlocutor occidental). De este modo, lo que propuso Churata fue la instalación de una lengua híbrida que fuera capaz de producir un arte nuevo, propio de América Latina. Así, su tesis traspasó la esfera del idioma para construirse como una opción que brindaría identidad al nuevo sujeto americano: el nuevo indio(4). Todo lo que hemos visto hasta aquí ya no pertenece simplemente a una propuesta de ruptura vanguardista: esta propuesta idiomática es, también, una propuesta de identidad continental.
El segundo aspecto que hace de este libro un texto complejo es el uso de diversos géneros en su elaboración. La afirmación de una identidad múltiple e híbrida del indio se asume por medio de su escritura, por lo que estamos ante una obra “que subvierte el concepto de género, en ella encontramos hayllis, harauis, pensamientos, poemas líricos, fragmentos narrativos, historia, crítica, mitologías, ideología, etc.” (Beltrán 1998: p. 73). La obra de Churata implica la presencia de un nuevo género denominado tinkuy(5): su unidad es la unidad de contrarios en una ligazón tensiva. Podríamos decir, entonces, que si la genial obra de Martín Adán pulveriza los límites convencionales entre la estructura poética y la estructura novelista, siendo una estupenda renovación vanguardista de la novela, El pez de oro va más allá en su osadía y en su insularidad al proponer una escritura en la que la tensión, y no la coherencia, es el eje discursivo.
La mezcla de géneros era solamente uno de los aspectos de renovación de la vanguardia, otro de ellos lo fue la unión de diversas manifestaciones literarias. Se daba una articulación de la escritura moderna con “lenguajes que pertenecen a otras estéticas y corrientes literarias” (Bueno 1995: p. 40). En este sentido, la incorporación de elementos de la tradición (como el paisaje andino o el hacer del sujeto indígena) no era un “síntoma de pasatismo incompatible con el afán de la novedad” (Chueca 2009: p. 30), sino un rasgo propio de la vanguardia latinoamericana. La conjugación de diversas manifestaciones culturales fue, entonces, un rasgo propio de nuestra vanguardia que asumió Churata para expresar, una vez más, su hibridismo ontológico.
El pez de oro, y aquí ingresamos al cuarto rasgo, busca expresar, no comunicar. Una prueba de ello es el uso de las numerosas interjecciones, exclamaciones e interrogaciones a lo largo de la obra. El discurso churatiano se instala como una escritura casi hecha al azar, pero plena de vitalismo; no estamos ante una escritura subordinada a patrones analíticos ya establecidos por la escritura occidental, sino ante una escritura que se basa en la sensibilidad indígena, telúrica. Esto ocasiona una confusión en el lector, quien no logra establecer una relación entre la expresión y el contenido, ya que el libro se construye en base a imágenes estéticas: el proceso de escritura se queda en una “apreciación fragmentaria, en esporádicas impresiones de sentido y destellos de ininteligibilidad” (Huamán 1994: p. 31). Se trata de un discurso autónomo, destinado a sí mismo, no a los otros que intenta revelar y expresar la esencia del sujeto indígena, no comunicarla.
Finalmente, hallamos la ausencia de un tema global y un argumento explícito. El texto es concebido como un retablo de palabras, como una superposición de espacios cuya única coherencia está dada por el ente mítico, simbólico y omnipresente: el pez de oro. Así:
el crítico tradicionalista, anclado en esquemas foráneos, se desconcierta ante la particular geografía del libro de Churata. Intenta establecer un orden y una coherencia espacial correlativa a su concepto de tiempo y verdad; ausculta desconcertado abismos y montañas, ve sombríos en quebradas inaccesibles y se sorprende, no atina a ver senderos donde su lectura sólo ve enmarañadas aristas, contradictorios paisajes, convivencia pasmosa de sembríos y páramos baldíos (Huamán 1994: pp. 59-60).
El texto nos lleva de la mano por personajes y paisajes andinos, por reflexiones filosóficas y sociales, por mitos altiplánicos y discursos identitarios y nacionales. Aparentemente, no existiría una coherencia interna, pero sí la hay y está dada por el mito. El pez de oro es, así, no sólo un motivo literario, sino también el elemento cohesionador. Simboliza tanto el discurso tradicional andino como el magma vital que lo abarca todo; no se trata de una leyenda osificada, es un ser pleno de vitalismo cuyo significado recorre las latitudes del texto mostrándonos su esencia, que es tanto vanguardista como indigenista.
Todo lo ya mencionado hace de El pez de oro un discurso atípico, cuya insularidad deviene de numerosas estrategias usadas por su autor con un único objeto: el de elaborar una literatura distinta, una literatura otra. No se trata, entonces, de un texto “hermético”, sino de una escritura que nos impone el abandono del “colonialismo mental”. Estamos ante una “escritura deconstructiva”(6), escritura que implica una reivindicación del significante en tanto expresión lúdica. Es un texto que no se lee: se dramatiza, se oye. No es un libro, sino un “retablo de palabras” que incluye una actitud de participación por parte del lector, quien debe realizar un rito: la activación de un modo cognitivo de raíces indígenas. Rito, pero también tarea ardua iniciada por uno de los escritores más inventivos al interior de la narrativa vanguardista: Gamaliel Churata.
DIECISEIS ESBOZOS DE MI MISMO. Bernard Shaw
Bernard Shaw, nació en Dublín el 26 de Julio de 1856 de una familia pobre y protestante. No solo fue un célebre dramaturgo, sino también escritor satírico y crítico. Comenzó su carrera literaria en Londres y se involucró en la política a pasos agigantados. Él siempre buscó la transformación de la sociedad a través de métodos no revolucionarios y fue un activo defensor del socialismo además de un brillante orador. En 1925 recibió el Premio Nobel de Literatura. Algunas de sus obras más destacadas son: Pigmalión, El perfecto wagneriano o Santa Juana entre otras.
Todo lo que sabemos de la vida del escritor ha sido de la mano de sus biógrafos y de todos aquellos que le conocían bien. Él único testimonio que tenemos de Bernard es precisamente en Dieciséis esbozos de uno mismo, escrita en 1949, crónica de los acontecimientos públicos y privados que vivió el dramaturgo irlandés.
Fue precisamente su padre, George Carr Shaw, quien escribió su biografía. Hizo un diario sobre su vida, fechado y datado. Tiene 16 partes que cuentan pequeños fragmentos de su vida. Bernard Shaw argumenta que él no escribió su autobiografía porque no creía que tuviera nada interesante que contar. Se define a él mismo como predecible. Lo único que le pide indirectamente al lector es que nos leamos sus libros y obras de teatro como mejor recurso para conocer su vida. “Conocer a alguien no es leer su autobiografía. Hay escritores tan profundos que simplemente con leer sus obras, les puedes llegar a conocer como la palma de su mano” son las palabras con las que llega al lector de esta obra.
Advierte al joven lector que es tan peligroso saber demasiado como saber demasiado poco, ser muy bueno como ser muy malo, y que la seguridad ante todo consiste en saber, creer y hacer lo que todos saben, creen y hacen. Es la única manera de ayudarles a que se comporten mejor.
Durante la obra nos desvela un secreto guardado durante ochenta años. El autor nos cuenta cómo en el colegio en el que estudió solo había un método de enseñanza: en lugar de que el alumno preguntara y el profesor respondiera o explicara, era el profesor quien formulaba las preguntas. Si respondía mal el castigo corporal era cruel, pero lo tenían como único modo efectivo de enseñanza. El autor fue sacado de la escuela e introducido en una de dibujo más sofisticada.
Su gran secreto era que solo creía en la belleza y en el refinamiento y tenía cierto desapego hacia los pobres y malvestidos. Nos cuenta como siente vergüenza hacia esos años:” Si bien durante ochenta años no pude obligarme a mencionar el episodio de la calle Marlborough, ahora que he quebrado el hábito del silencio avergonzado y que me he aclarado no solo el pecho de su carga, sino también el cerebro, estoy completamente curado. No queda ni un solo vestigio de mi vergüenza juvenil. No persiste ya como un complejo sino como una costumbre desarraigada sin la menor dificultad”.
El escritor tuvo un gran ímpetu dialéctico e incluso se le ha llegado a considerar de la categoría del propio Shakespeare.
Publicado por Begoña Ortega en 19:29
DESPUES DE BABEL. George Steiner. Fondo de Cultura Económica
"Después de Babel ensaya una larga historia, más extensa que la de cualquier imperio y tan remota como la de las más antiguas lenguas conocidas. Una historia que no se limita a la de ningún pueblo y que, en rigor, debería abarcar la de todos. De la filosofía y la historia de las ideas a la cábala, la gnosis, la antropología, la literatura comparada, la música y la filosofía del lenguaje, Después de Babel deslinda una geografía, recuerda una historia, la de la traducción en Occidente. Y para Steiner, en todo movimiento del saber va implícita la traducción. Proyección plural de una sola sombra, la extensión, número y caudal de temas, cuestiones, lugares y obras tratados traduce una teoría, un modo general de pensar el ubicuo problema de la traducción. George Steiner hilvana los hilos conductores capaces de guiarnos por los intrincados y a veces recónditos laberintos de la torre demolida: los misterios hermanos del lenguaje y la gnosis, la comprensión como un caso a un tiempo particular y general de la traducción, la querella perenne de las palabras y las cosas, los meandros seguidos por el trayecto hermenéutico, la vida perpleja de una palabra que es simultáneamente objeto y sujeto de sí misma y la topología de una cultura que, para decirlo de una vez, ve materializarse su historia en el activo puñado de troncos originales cuyas sucesivas versiones, adaptaciones, alusiones y paráfrasis constituyen el tejido de nuestra cultura."
martes, 11 de noviembre de 2014
lunes, 10 de noviembre de 2014
EL PEZ ALADO. Katerin Lázaro Aguilar
Katerin Lazaro Aguilar ha sentido el llamado de la poesía y escoge para los versos de El pez alado esas técnicas técnicas que tanto gustaron a Apollinaire y a nuestro Carlos Oquendo de Amat. Poesía auténtica la suya, con esa voluntad juguetona que la palabra tiene desde la noche de los tiempos y que la práctica, en el siglo XX ey el siglo XXI, no ha hecho sino poner en el primer plano.
Marco Martos
Esta poética, que recrea un simbolismo caligramático unido a los nuevos códigos y ritmos nacidos de la tecnología, exige que el lector complete la figura que falta; es decir, nos sugiere volcarnos en el texto, nos empuja a sumergirnos en las hondas palpitaciones de una voz que ha sido tocadas por esas alas que Baudelaire dijo que pertenecía a los albatros. El resto es silencio.
Miguel Ildefonso
LA AGONIA DE MARIATEGUI, Alberto Flores Galindo. Desco
La agonía de Flores Galindo
Nelson Manrique
El 26 de marzo de 1990 dejó de latir el corazón de Alberto Flores Galindo. Su agonía comenzó un año atrás, cuando en febrero del 90 sufrió un desmayo intempestivo. Los análisis que siguieron mostraron que en su cerebro crecía un tumor canceroso. Fue enviado de emergencia a Nueva York gracias a una colecta de sus amigos, que convocó a muchísima gente y en la que participaron hasta niños aportando sus propinas. “En estos momentos –escribió Tito–, cuando todo parece derrumbarse, cariño y solidaridad me mostraron otros rostros del país”. Reconoció que esta experiencia le había obligado a revisar su “habitual pesimismo”. Se inició luego un tratamiento que inicialmente despertó la ilusión de que el mal podría revertir. Desgraciadamente no fue así.
En su libro La agonía de Mariátegui, escribiendo sobre el fundador del socialismo peruano, Tito restituyó al término “agonía” su dimensión originaria de lucha y combate; no únicamente contra las aflicciones y dolores que acompañan al final sino como una forma de afrontar la vida, una agonística contra todas las dificultades. Llegado a sus últimos días, Tito vivió plenamente de acuerdo con esta visión vital.
El mal le sobrevino repentinamente, cuando tenía muchos planes por realizar. Su ilusión fue entonces contar con dos años más para culminar el proyecto en el que estaba embarcado: una biografía de José María Arguedas a partir de la cual aproximarse a las contradicciones fundamentales del Perú del siglo XX. El cáncer no le dio ese plazo. Después de intentar avanzar con su proyecto fue pronto evidente para él que no tendría el tiempo necesario. A medida que el tumor se extendía iba afectando los centros neurales de la coordinación motora y del lenguaje, y su léxico se iba reduciendo inexorablemente. Mantenía íntegras su lucidez y sus facultades de razonamiento, pero tenía crecientes dificultades para expresar su pensamiento; podía hacerlo si se le ayudaba, enumerando aquellos términos que se podía adivinar necesitaba, pero día a día la comunicación se iba haciendo más dificultosa.
En esas condiciones, decidió dedicar el tiempo que le quedaba a la redacción de un texto de despedida, al que le puso de título “Reencontremos la dimensión utópica” y que constituye una especie de testamento intelectual. En él Tito se ratifica en las opciones que animaron su vida: su solidaridad inquebrantable con los de abajo, su apuesta por el socialismo, la exhortación a los jóvenes a no perder su capacidad de indignación, la convicción de que el país llegaba a una encrucijada crucial y era necesario luchar por preservar nuestro legado andino, por entonces ya claramente amenazado (no es difícil adivinar qué habría opinado sobre “el perro del hortelano” de Alan García).
Durante el último tiempo sólo pudo completar el texto gracias al amor de Cecilia, su compañera, que le permitió atravesar las brumas que crecientemente iban envolviéndolo. Una de las últimas veces que lo vi de pie fue a inicios del año 1991, cuando vino con Cecilia a casa, para saludar a mi compañera por su cumpleaños. Ya entonces podía adivinarse que se había quedado ciego. En la siguiente semana comenzó el tramo final y luego se fue apagando, lenta e inexorablemente.
Tito tuvo sin duda muchos amigos. Pero la movilización que desencadenó su enfermedad rebasó ampliamente el ámbito de su círculo de allegados. Pienso que entre los sectores populares existió siempre una clara conciencia de lo que él representaba para el país; allí están las numerosas escuelas y demás instituciones que perennizan su nombre para testimoniarlo. El reconocimiento nacional e internacional que ganó se debía a su tenaz espíritu de trabajo: nos legó 8 libros de altísima calidad antes de cumplir los 40 años. Estaba también su extraordinario talento como historiador y ensayista, reconocido más allá de las filiaciones ideológicas: su libro Buscando un Inca. Identidad y utopía en los Andes ganó tanto el Premio Casa de las Américas de Cuba, cuanto el premio Lawrence Harding, de la academia norteamericana. Pero, también era además el perfecto ejemplo de un trabajo intelectual con un altísimo rigor y un compromiso radical con las causas políticas en las cuales creyó hasta el final. Cualidades que lo han convertido, junto con JC Mariátegui y JM Arguedas, en uno de nuestros grandes referentes intelectuales del siglo XX.
lunes, 3 de noviembre de 2014
APUNTES PARA EL ESTUDIO DE LA ARQUEOLOGIA E HISTORIA DE LA COMUNIDAD CAMPESINA DE SAN JOSE DE LOS BAÑOS, DISTRITO DE ATAVILLOS ALTO, PROVINCIA DE HUARAL, Pieter D. van Dalen Luna
"El presente trabajo titulado: "apuntes para el estudio de la arqueología e historia de la Comunidad Campesina de San José de Baños, distrito de Atavillos Alto, Huaral", es de gran importancia puesto que es la primera vez que un trabajo de investigación sistematiza las características del proceso cultural prehispánico acaecido en el ámbito de la Comunidad Campesina de San José de Baños, así como parte de su proceso histórico tanto en la colonia como en la República. (...) El libro presenta además las características de las ocupaciones Atavillos y como siguió viviendo la gente Bañosina arqueológica durante el Tawantinsuyu. Esta experiencia de 12 000 años de población de este vasto territorio, con sus variados pisos altitudinales y variedad de flora y fauna, hacen que el hombre Bañosino tenga hasta la actualidad un inmenso amor por la tierra y sus recursos. (...) El autor del presente libro es un joven arqueólogo que desde hace casi dos décadas viene investigando y revalorando la arqueología y la historia de nuestros pueblos de la provincia de Huaral. Son múltiples sus investigaciones y muchas de ellas publicadas en libros y artículos de revistas científicas."
Martha Isabel Baldeón Remuzgo
Suscribirse a:
Entradas (Atom)