"En mi libro Razones de Sangre he argumentado que existían dos alternativas de respuesta a la insurrección senderista. La primera, que fue la efectivamente tomada, consistió en atacar las “zonas rojas”, tratando de arrinconar a sangre y fuego la presencia senderista en las comunidades campesinas. Estrategia que produciría decenas de miles de muertos y miles de millones de dólares en gastos militares y otros. La segunda era concentrarse en la inteligencia policial a fin de atrapar a Guzmán y su cúpula. Esa estrategia comenzó a hacerse efectiva recién a fines de los años 80. No obstante, gracias a ella, la insurrección senderista recibió el golpe del cual no pudo reponerse: la captura de su jefe supremo, Abimael Guzmán. Si esa estrategia se hubiese puesto en práctica a principios de los 80 no hubiera sido necesaria la represión cruenta y otra hubiera sido la historia del país."
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