"Como en los casos convergentes de otros creadores natos y populares de su generación (Ciro Alegría, José María Arguedas, Arturo Hernández, Porfirio Meneses, etc.) hallamos frecuentes huellas de su inspiración en los narradores populares, orales, tradicionales y anónimos. No sólo demostró que sus raíces estaban en el pueblo mediante su trabajo de divulgación de la cultura popular (a través de mitos y leyendas, de la recordada revista Cultura y Pueblo de la antigua Casa de la Cultura, y de numerosos artículos), sino introduciendo, con renovada complacencia, en sus múltiples volúmenes, referencias a la costumbre del pueblo de transmitir anécdotas.
Esto ocurrió no sólo cuando dominaba, en el ambiente literario, el regionalismo y la inspiración popular (publica Ande y Selva, 1938, Cuentos del tío Doroteo, 1950, Gregorillo, 1957) sino también cuando ya triunfaban las nuevas técnicas narrativas con los escritores urbanos de cultura refinada, al día de fines de los 50. Izquierdo Ríos siguió su rumbo, en un acto de autenticidad con su temple creador. Incluso acrecentó la naturalidad y sencillez de su prosa, despojándola hasta la transparencia, en diversas obras: Mi aldea, 1963, Los cuentos de Adán Torres, 1966, Sinti el viborero 1967, hasta arribar a Voyá (1978)".
Ricardo Gonzáles Vigil
Crítico literario
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