miércoles, 23 de noviembre de 2011

LA GUERRA DEL PACIFICO. Aportes para repensar su historia. Vol. II (Chaupis, Colán, Rosario, Salazar Zapatero)


"Este segundo volumen ha incorporado temas tocados tangencialmente en el primer volumen, como fue el de la participación de Bolivia en la guerra, con esto se intenta buscar ampliar nuestras perspectivas geográficas de análisis, ello se observa en los trabajos de Marta Irurozqui, Heraclio Bonilla y José Chaupis Torres que abordan el tema desde diferentes ópticas. Los aspectos militares dejados un poco de lado en el primer volumen pero siempre importantes principalmente en una guerra han sido tomados en cuenta, así podemos destacar el ensayo de Jorge Ortíz Sotelo. La intención por indagar sobre las responsabilidades políticas de la guerra es el tema de investigación de Fernando Armas Asín quien toma como objeto de estudio a las tres fuerzas políticas más importantes en el contexto de la guerra: pradismo, civilismo, pierolismo"
(Tomado de la presentación del libro)


MARTES 25 DE DICIEMBRE DE 2007


Repensando la Guerra del Pacífico

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Artículo publicado en Perú21, martes 25 de diciembre de 2007

(ver ampliación abajo)

Ha sido publicado recientemente un libro muy valioso, de José Chaupis y de Emilio Rosario: La Guerra del Pacífico. Aportes para repensar su historia (Vol. I) (Lima, Línea Andina y UNMSM, 2007). Se trata de un libro que compila trabajos de varios historiadores que cuestionan, desde ángulos diversos, muchos de los sentidos comunes existentes sobre tema.

El construir una nueva mirada de la Guerra del Pacífico, más acorde con la realidad histórica, liberada de prejuicios y de falsos nacionalismos, es una tarea imprescindible. Un paso más en esa dirección debería ser, como los autores reconocen, avanzar en construir historias en común que nos ayuden a entender los puntos de vista de los grupos involucrados, paso necesario para evitar malos entendidos, y superar las visiones "oficiales" de cada país.

Nuestro país ha desarrollado una narrativa según la cual perdió la guerra por ser atacado pérfidamente por un enemigo malvado, que se preparó convenientemente para la agresión; siendo el Perú un país noble y victimizado, que resistió heroicamente, pero que nada pudo hacer frente a la superioridad bélica del enemigo. Una versión de izquierda de este mismo libreto resalta el hecho de que fue el pueblo el verdadero protagonista de la resistencia al invasor, y no unas élites "dominantes" que habían traicionado su deber histórico de ser clase "dirigente". Chile ha construido una versión nacionalista según la cual venció como consecuencia de ser un país más "civilizado", más integrado social y políticamente, a diferencia de sus adversarios, sumidos en incesantes conflictos internos. Llama la atención cómo ambos discursos empalman casi perfectamente.

Sin embargo, ninguna de esas dos versiones es correcta. No es cierto que el Perú fuera una víctima inerme; tampoco que las élites no hayan tenido ningún proyecto; tampoco que hayan desertado cobardemente en medio de la guerra. Tampoco es cierto que Chile haya sido un país integrado y sin conflictos antes de la guerra. En realidad, Perú y Chile no eran países diferentes en esencia; a lo sumo, Chile había avanzado un poco más por un camino que el Perú estaba empezando a transitar.

Me llama la atención cuán vigentes están los estereotipos con los que miramos a Chile, originados en estas visiones oficiales de la Guerra del Pacífico. Algunos creen hoy que Chile es una potencia imperialista que está avasallando a sus vecinos gracias a la complicidad de nuestras élites empresariales. De lo que se deduce un falso nacionalismo de supermercado que ojalá se expresara de otras formas, más genuinas, consecuentes y necesarias. En realidad, nuestros países se parecen mucho más y comparten muchos más problemas de lo que parece, y tenemos mucho que aprender y beneficiarnos unos de otros.


AMPLIACIÓN:

Aquí algunas citas del libro de Simon Collier y William F. Sater,A History of Chile, 1808-1994. Cambridge University Press, 1996. Esto para reforzar la crítica a los mitos de la versión oficial chilena, que absurdamente algunos comparten aquí:

"Pinto had good reasons to hesitate before involving Chile in a war with its northern neighbors. Years of budget-cutting had deprived the Army of one-fifth of its men; the Navy had decommissioned warships; the territorial reserve, the Guardia Nacional, had shrunk in size by more than two-thirds. Chileans now faced two enemies whose combined armed forces outnumbered them two to one. Equipped with outmoded weapons (which posed more danger to the user than the prospective target), lacking medical and supply corps, the Army was now called upon to fight a war far from the country's heartland, and without decent lines of communication" (p. 129).

"In November 1879 Escala's troops landed in Pisagua, in the Peruvian province of Tarapacá. The assault, while successful, was not without its flaws: an error of navigation put the fleet off course, and the officer in charge of the invasion botched the landing. But the Chileans emerged as paragons of military virtue in comparison with their opponents" (p. 132).

“Chile’s armed forces in1879 were both small in size and poorly equipped. Moreover, too many officers owed their ranks to political connections rather than to technical proficiency” (p. 137).

“When the first rush of patriotic enlistments tapered off, the armend forces resorted to impressment. Although this was clearly illegal, public official tolerated (and in some cases even encouraged) such activities as long as the recruiters confined themselves to dragooning the town drunk, the petty criminal, or the vagant. Eventually, however, the military began to seize respectable peasants, artisans, and miners. ‘It is a curious illustration of democratic equality and republican freedom’, noted one journalist, ‘to force Juan, who owns not a cent, to fight in defence of Pedro’s property, while the latter declines to raise an arm himself, because he is not so poor as his fellow citizen’” (p. 137).

“The Chilean soldier suffered almost as much at the hands of his government as the enemy. Since the Army had economized by abolishing its medical corps, the military had neither the staff nor the facilities to care for the wound or the sick” (p. 138).

“A contrast is usually drawn between Chile’s institutional continuity during the war and the political upheavals that occurred both in Bolivia and Peru. There is little doubt, however, that the Chilean political system was strained by the depression of the 1870s... as already noted, the border dispute with Argentina provoked anti-government rioting in 1878, and rioting again threatened to erupt in early in 1879. The most dangerous such episode occurred after the capture of the Rimac, when the government had to call in troops to subdue demonstrations. Had Chile experienced another serious military reverse soon afterward, Pinto might have suffered the same fate as his Bolivian and Peruvian counterparts, Daza and Prado.
“At the level of the Congress, the outbreak of hostilities by no means stopped partisan bickering...” (p. 144).

OTRA AMPLIACIÓN, 26 DE DICIEMBRE.

Más citas sobre Chile. A continuación extractos del capítulo sobre Chile de Harold Blakemore, en Leslie Bethell, ed., Historia de América Latina, vol. 10, América del Sur, c 1870-1930(1986). Barcelona, Crítica, 1992.

" (...) Así, hacia 1870, la madurez política, la responsabilidad en asuntos financieros y la ordenada evolución, fueron consideradas internacionalmente como el sello distintivo de Chile, dentro del contexto de un continente un tanto desordenado. Unicamente Brasil podía competir con Chile en la estima internacional.
Sin embargo, la década de 1870 fue una desilusión. El comienzo de la depresión del comercio internacional golpeó duramente a Chile como productor de materias primas, y las disputas políticas internas entre los diferentes partidos amenazaban su orgullosa tradición de continuidad de gobierno" (p. 158).

"(...) El resultado fue la guerra del Pacífico, precisamente en un momento en que Chile no estaba preparado para ella, ni ni política ni económicamente. Sin embargo, dio la casualidad de que, a pesar de su falta de preparación, debilidad económica e incertidumbre política, -sin contar el deplorable estado de sus fuerzas armadas- la guerra pareció meticulosamente preparada en comparación con sus adversarios (...)
de un país sobre el que se cernía el abismo de la desintegración política y el colapso económico en 1879, emergió en 1883 un Chile con unas perspectivas transformadas (...) Chile se aseguró una superficie de territorio nacional no inferior a un tercio de su extensión original... riqueza en minerales que supondría, grosso modo, la mitad de los ingresos gubernamentales para los próximos cuarenta años" (p. 160)

(Tomado del blog de Martín Tanaka)

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