martes, 24 de septiembre de 2013
LOS QUEROS. Una introducción a su estudio. Verena Liebscher
Juan José Vega (*)
... ... La vajilla incaica fue de una variedad notable. Jarros, platos y vasos ocuparon un lugar destacado en la vida social, dada la importancia que tuvieron las bebidas y los brindis. Los diccionarios quechuas del siglo XVI han recogido numerosas palabras al respecto. Ahora bien, el vaso fue heredado de Tiahuanaco, esencialmente. Por lo menos el perfil más común, que era de buen tamaño, con forma trapezoidal y fabricado de metales preciosos. En el Cuzco alcanzó luego esplendor tras la afluencia de yanas orfebres de Chimú. Destacaba el aquilla, que era de oro puro, propio de la vajilla del rey Inca y de sus más altos cortesanos. Posteriormente, tras la conquista española y debido al saqueo de los metales preciosos, se destruyó toda la orfebrería incaica, empezando por la múltiple y rica vajilla de oro y plata, con incrustaciones de turquesas y otras pedrerías que se hallaban a la mano. Los vasos de madera, normalmente del duro chachacomo, se divulgaron empezando a cobrar una nueva y distinta vigencia, derivada de la catástrofe de la sociedad cuzqueña. Dentro del llamado arte transicional, esos utensilios pasaron a ocupar un sitio destacado. Su calidad mejoró notoriamente. La razón de su perfeccionamiento asoma obvia. Las antiguas noblezas provincianas y las altas aristocracias Hanan y Hurin se vieron despojadas de uno de sus privilegios más característicos. Ofrecer un brindis revestía muchos simbolismos, más que en otras culturas, según se estima y la costumbre se mantuvo. Era en los aquillas en los que siempre se había ofrecido a los dioses y allegados, la chicha sagrada. Haciendo de la necesidad virtud, los sobrevivientes de las panacas imperiales, relegados por los conquistadores a beber en los antes menospreciados "vasos de palo", los enaltecieron con el arte. Los ornamentaron a fin de otorgarles distinción y significación mayores, con lo cual, por otra parte, siguieron diferenciándolos de los recipientes que los plebeyos y los caciques menores usaban. Se revaluó el vaso y hasta surgió, tal vez, el primer quechuismo colonial, Quero, vocablo que antes sólo había significado madero, palo y hasta leño, pasó a dar nombre, en lengua castellana, a un vaso de madera artísticamente elaborado. En todas sus variantes, el quero se volvió algo muy hermoso, los artistas hicieron bella la pobreza, atendiendo el requerimiento formulado por los indios nobles del Cuzco a los tallistas y pintores de madera. Estos respondieron maravillosamente a la innovación, al grado que ñcomo indica Manuel Chávez Ballónñ lograron "la supervivencia y el renacimiento del arte incaico en la Colonia". Se ha llegado a contar veinte colores y tonos en los más policromados queros transicionales. En cuanto al área geográfica de su difusión leemos en la obra de Verena Liebscher que el quero irradió desde el Cuzco hasta el sur de Lima y por el sur a todo el Lago Titijaja y por la costa hasta Copiapó; se han encontrado también en Charcas del Alto Perú y en la distante región de Cuenca, asiento otrora de la imponente ciudad de Tumebamba.
(*) jjvegab@hotmail.com
... ... La vajilla incaica fue de una variedad notable. Jarros, platos y vasos ocuparon un lugar destacado en la vida social, dada la importancia que tuvieron las bebidas y los brindis. Los diccionarios quechuas del siglo XVI han recogido numerosas palabras al respecto. Ahora bien, el vaso fue heredado de Tiahuanaco, esencialmente. Por lo menos el perfil más común, que era de buen tamaño, con forma trapezoidal y fabricado de metales preciosos. En el Cuzco alcanzó luego esplendor tras la afluencia de yanas orfebres de Chimú. Destacaba el aquilla, que era de oro puro, propio de la vajilla del rey Inca y de sus más altos cortesanos. Posteriormente, tras la conquista española y debido al saqueo de los metales preciosos, se destruyó toda la orfebrería incaica, empezando por la múltiple y rica vajilla de oro y plata, con incrustaciones de turquesas y otras pedrerías que se hallaban a la mano. Los vasos de madera, normalmente del duro chachacomo, se divulgaron empezando a cobrar una nueva y distinta vigencia, derivada de la catástrofe de la sociedad cuzqueña. Dentro del llamado arte transicional, esos utensilios pasaron a ocupar un sitio destacado. Su calidad mejoró notoriamente. La razón de su perfeccionamiento asoma obvia. Las antiguas noblezas provincianas y las altas aristocracias Hanan y Hurin se vieron despojadas de uno de sus privilegios más característicos. Ofrecer un brindis revestía muchos simbolismos, más que en otras culturas, según se estima y la costumbre se mantuvo. Era en los aquillas en los que siempre se había ofrecido a los dioses y allegados, la chicha sagrada. Haciendo de la necesidad virtud, los sobrevivientes de las panacas imperiales, relegados por los conquistadores a beber en los antes menospreciados "vasos de palo", los enaltecieron con el arte. Los ornamentaron a fin de otorgarles distinción y significación mayores, con lo cual, por otra parte, siguieron diferenciándolos de los recipientes que los plebeyos y los caciques menores usaban. Se revaluó el vaso y hasta surgió, tal vez, el primer quechuismo colonial, Quero, vocablo que antes sólo había significado madero, palo y hasta leño, pasó a dar nombre, en lengua castellana, a un vaso de madera artísticamente elaborado. En todas sus variantes, el quero se volvió algo muy hermoso, los artistas hicieron bella la pobreza, atendiendo el requerimiento formulado por los indios nobles del Cuzco a los tallistas y pintores de madera. Estos respondieron maravillosamente a la innovación, al grado que ñcomo indica Manuel Chávez Ballónñ lograron "la supervivencia y el renacimiento del arte incaico en la Colonia". Se ha llegado a contar veinte colores y tonos en los más policromados queros transicionales. En cuanto al área geográfica de su difusión leemos en la obra de Verena Liebscher que el quero irradió desde el Cuzco hasta el sur de Lima y por el sur a todo el Lago Titijaja y por la costa hasta Copiapó; se han encontrado también en Charcas del Alto Perú y en la distante región de Cuenca, asiento otrora de la imponente ciudad de Tumebamba.
(*) jjvegab@hotmail.com
HISTORIA DEL PERU (Compendio). Herson Gámez Zevallos
TERCER VIAJE DE PIZARRO
El Tercer Viaje de Francisco Pizarro
Por Herson Gámez
DE PANAMÁ A PIURA
Partieron de Panamá en enero de 1531, tocando como primer punto la bahía de San Mateo, de donde continuarán su viaje por tierras a través de la región de Coaque. En esta zona fueron atacados por el mal de las verrugas y aún se encontraban en este camino cuando el cacique Tumbalá los invitó a visitar su isla Puná, isla en la cual Pizarro terminará cerciorándose de que el Imperio de los Incas se debatía en guerra civil.
Llegaron a Tumbes en enero de 1532. Al llegar a esta ciudad, Pizarro le ordenó a Hernando de Soto que tomara preso al cacique Chilimasa en represalia porque los tumbesinos lo habían atacado. De Tumbes se trasladaron a Poechos donde su cacique Maizavilca le obsequió a don Francisco Pizarro a uno de sus sobrinos, al que le llamaron Martinillo.
Estando ya en el valle de Chira, en el lugar llamado por los indios Tangarara, Pizarro funda la primera ciudad española en nuestro país, con el nombre de San Miguel (15 de mayo o julio de 1532). También en este lugar construyeron un fuerte donde se quedaron 60 hombres a las órdenes de Sebastián de Benalcázar.
MARCHA DE PIURA A CAJAMARCA
Partieron en setiembre de 1532. Acompañaban a Pizarro 110 hombres de infantería y 67 de caballería. Después de avanzar por la costa hacia el sur y por Saña levantar a Cajamarca, entrarán a esta ciudad el 15 de noviembre de 1532 e inmediatamente Pizarro le ordenó a Hernando de Soto y luego a su hermano Hernando Pizarro que fuesen a los baños del Inca (Pultamarca) a invitar a Atahualpa a cenar esa noche en Cajamarca, pues Pizarro tenía pensado tomar preso al Inca en plena ceremonia.
Atahualpa no aceptó la invitación para esa noche, sino para el día siguiente, Atahualpa ya estaba en la plaza de Cajamarca y los únicos que se le presentaron por parte de los españoles fueron: Hernando de Aldana, el traductor Martinillo y el dominico Valverde.
Llegaron a Tumbes en enero de 1532. Al llegar a esta ciudad, Pizarro le ordenó a Hernando de Soto que tomara preso al cacique Chilimasa en represalia porque los tumbesinos lo habían atacado. De Tumbes se trasladaron a Poechos donde su cacique Maizavilca le obsequió a don Francisco Pizarro a uno de sus sobrinos, al que le llamaron Martinillo.
Estando ya en el valle de Chira, en el lugar llamado por los indios Tangarara, Pizarro funda la primera ciudad española en nuestro país, con el nombre de San Miguel (15 de mayo o julio de 1532). También en este lugar construyeron un fuerte donde se quedaron 60 hombres a las órdenes de Sebastián de Benalcázar.
MARCHA DE PIURA A CAJAMARCA
Partieron en setiembre de 1532. Acompañaban a Pizarro 110 hombres de infantería y 67 de caballería. Después de avanzar por la costa hacia el sur y por Saña levantar a Cajamarca, entrarán a esta ciudad el 15 de noviembre de 1532 e inmediatamente Pizarro le ordenó a Hernando de Soto y luego a su hermano Hernando Pizarro que fuesen a los baños del Inca (Pultamarca) a invitar a Atahualpa a cenar esa noche en Cajamarca, pues Pizarro tenía pensado tomar preso al Inca en plena ceremonia.
Atahualpa no aceptó la invitación para esa noche, sino para el día siguiente, Atahualpa ya estaba en la plaza de Cajamarca y los únicos que se le presentaron por parte de los españoles fueron: Hernando de Aldana, el traductor Martinillo y el dominico Valverde.
jueves, 19 de septiembre de 2013
martes, 17 de septiembre de 2013
MARIATEGUI, SUSCITADOR DE PERUANIDAD. Guillermo Rouillon Duharte. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Vicerrectorado Académico
Guillermo Rouillón
Guillermo Rouillon Duharte nació en el Callao en 1917 y falleció en Lima en 1978. Durante su vida se desempeñó como ensayista, periodista, editor, crítico literario y de arte, historiador y bibliógrafo.
Gran parte de su vida la dedicó a la búsqueda de la verdad histórica en torno al amauta José Carlos Mariátegui La Chira a quién dedicó: Biobibliografía de José Carlos Mariátegui (1963) y laCreación heroica de José Carlos Mariátegui en dos tomos (La edad de piedra, 1975 – La edad revolucionaria, 1984).
Sus estudios en torno a Mariátegui son las más documentadas pruebas e incontestables investigaciones que hasta la actualidad se hayan elaborado sobre la vida de Mariátegui, y las convierte en las más autorizadas e invalorables fuentes de consulta, y que abren vetas sólidas para el estudio de Mariátegui, de la política y la historia del país.
Frente a las tendenciosas afirmaciones que reprochan a Mariátegui un eropeísmo extranjerizante, Rouillon realiza una defensa de lo más original que hay en Mariátegui y nos muestra un Mariátegui humano, desmistificado, de carne y hueso, que se sobrepuso a las vicisitudes y dramas de su intensa vida personal, familiar, social y política.
En un país como el Perú, que aún no ha culminado su proceso nacional, “el sentido de peruanidad que Rouillon interpreta de Mariátegui, sigue conservando –a pesar de los años transcurridos– la renovada impronta de ser siempre un estímulo para la creación, un aliento, una esperanza, un soplo vital de optimismo” indican los editores.
Entre sus ediciones e investigaciones más destacadas tenemos: Cuentos contemporáneos del Perú (1949), Cuentos del Perú profundo (sin fecha), Presencia y actitud de nuestros poetas(1950), Biobibliografía de José María Eguren (1952), Formación burguesa de los vascos y sus descendientes hispanoamericanos (1960-1964), El periodismo en su dimensión humanista(1965), Investigación en los medios de comunicación colectiva (1969), La imagen de la Iglesia en la prensa peruana (1970).
En su desempeño como profesional y promotor cultural desempeñó los siguientes cargos: Secretario de la Biblioteca Central de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) (1946), Vocal de la Junta Directiva de la Asociación Nacional de Periodistas (1947-1948); Secretario de la Asociación Nacional de Escritores y Artistas (1952-1956); Secretario fundador del Instituto Cultural Peruano-Israelí; Jefe de la Oficina del Centro de Información Bibliográfica de la UNMSM (1969); Asesor del Comité Pro Adquisición de la Casa de José Carlos Mariátegui (1975); entre otros.
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