Henry Pease. El sociólogo y director de la Escuela de Gobierno y Políticas Públicas de la Universidad Católica presenta un nuevo libro que analiza la historia política del Perú.
Jorge Loayza
Dedicado a la docencia e investigación, Henry Pease ha publicado La política en el Perú del siglo XX, con la colaboración del magíster Gonzalo Romero. Pease prefiere dejar a un lado el político que lleva adentro y evita los temas de coyuntura para hablar más de su labor académica y del proceso histórico de las últimas décadas.
Este libro resume mucho de sus anteriores publicaciones.
Tiene como insumo muchos libros míos y de otros autores como (Julio) Cotler o (Aníbal) Quijano, además de extranjeros que han escrito sobre diferentes etapas. El eje del libro trata sobre las luchas políticas, los lazos que se dan y las formas que toman. Lo que me interesa es entrar en el centro de esas relaciones, a partir del sistema electoral, el sistema de partidos y el de gobierno.
¿Qué momentos políticos son los más importantes en el siglo XX?
El gran cambio de la sociedad peruana es el proceso de urbanización, que es una variable que depende del desarrollo capitalista global. El país pasó de tener más del 60% de la población rural a tener más del 60% de población urbana. Es un proceso cuya crisis se nota desde los años 50 y 60, que hace inviable el Estado oligárquico.
¿Qué definición tiene del Estado oligárquico?
La oligarquía era un grupo de clases diferentes, porque no era lo mismo gamonal en las zonas de la burguesía agroexportadora en el norte, o la burguesía financista que nace con el guano. Eran articulaciones en torno a una estructura tradicional. El poder del gamonal mantenía quieta a la gente y el orden político. Eso se rompe porque la gente migra y mira mejores horizontes. El campo expulsa porque no reinvierte, así crece la costa y genera mercado.
En ese proceso, ¿qué valor tiene la llamada reforma agraria?
Ese es un hecho que llega más tarde que temprano. Siempre digo: qué hubiera sido del Perú si Abimael Guzmán llegaba antes de la reforma agraria y si en lugar de matar campesinos agarraba a uno de los gamonales más odiados y los colgaba. ¿Se hubiera convertido en un movimiento de masas? Los militares hicieron la reforma por miedo a la revolución cubana, y porque había tomas de tierras por todos lados.
Uno encuentra en su libro algo que se repite ahora, cien años después: la Ley de Conscripción Vial de Leguía; algo similar a lo hecho por este gobierno con el servicio militar obligatorio.
He cuestionado radicalmente al presidente Humala por eso. Ese acto es una traición al juramento de respeto a los valores democráticos que varios testificamos. Es inaudito, no hay derecho a que un joven se le obligue a disparar. Lo que se ha impuesto es una cultura militar, porque se cree que esa es una manera de amar al país.
¿Cree que se está imponiendo una cultura militar?
Creo que esta decisión expresa eso equivocadamente, porque tiene recursos para hacer enormemente atractivo el servicio voluntario. El Ejército tiene mala fama ante los jóvenes y se lo ha ganado.
Se dice que este es un momento especial en la historia republicana por el largo periodo democrático. ¿A qué se debe?
Si algo caracteriza al siglo XX es que hay más años con autocracias que con democracias. Algunos creen que ganar una elección significa hacer lo que le da la gana. Pero gobernar significa negociar. Cada autocracia es como una caricatura, una exageración de la realidad. En las democracias hay rasgos de eso. En la tradición presidencialista en el Perú hay una débil división de poderes y todos hacen lo que el presidente quiere.
¿Todavía hay riesgo de que se caiga en una autocracia?
Sí, porque la cultura política es poco democrática y hay mucha gente desinformada. No hay un proceso de asentamiento de la ciudadanía. El poder de fiscalización de la prensa es el único que existe en este momento frente a las limitaciones del Parlamento y lo que hace el Poder Judicial. Nunca pensé en una sentencia citando a Sancho Panza.
¿La debilidad de partidos es un riesgo para que se instaure una autocracia?
Es un riesgo, pero en América en general no ha habido partidos que estructuren el gobierno. Los partidos suelen ser organizadores de campañas.
¿Como el partido de gobierno?
Eso no es un partido político en funcionamiento. Ha sido útil para la campaña. Lo mismo sucedió con Belaunde y
García. La lógica caudillista ha marcado nuestra historia política.